martes, 14 de agosto de 2012

UN SALUDO CORDIAL ESTRECHA LOS LAZOS DE AMISTAD - OGA

Como ya lo han dicho tantas veces: "el hombre es un ser sociable por naturaleza" y por consiguiente existe la necesidad de relacionarse a fin de cumplir ese objetivo de vida, cualquiera que sea la actividad de desempeño familiar, social, laboral... Desde el más ermitaño, monje, anacoreta, asceta o como se le quiera llamar respetuosamente a quien adopta una vida solitario, esa persona yo creo que por lo menos cada mañana saluda a su Dios con la merecida reverencia y alegría de corazón. Hasta en  casos y cosas para las cuales pretendamos vivir en estricta independencia o alejamiento, de repente nos vemos abocados a un intercambio con otro ser. Prácticamente no somos ajenos a ese intercambio con los demás basados en la comunicación para la cual establecemos vínculos de amistad, vínculos de creencias, de familiaridad y afecto, vínculos de vecindad, vínculos comerciales, vínculos educativos, cantidad de vínculos laborales y sociales a través de los cuales se desarrolla la actividad diaria en todas las culturas. Bueno y si la comunicación con los demás es el medio de relacionarnos cada momento, no debemos olvidar que necesariamente el comienzo de toda buena comunicación deberá estar marcado por un cordial saludo. Saludo es lo mismo que reverencia, inclinación, abrazo, apretón, beso, caricia, venia, salutación, ademán, gesto; también y profundizando en el asunto, un saludo es un cumplido, una cortesía, una congratulación, una visita. Se aprecia con tristeza que el saludo ha ido perdiendo importancia, y cada vez más personas hasta prefieren no levantar la cabeza al cruzarse de repente con alguien por la calle, entre ellos hay quienes pretenden hacer creer que no han notado la presencia del amigo, del vecino o  conocido en la calle. Tal argumentación no tiene sentido como tampoco hay justificación en quien por cuestiones de su propia condición de vida momentánea o leve alteración anímica se esconde ante los demás evitando saludarles o ser saludado. Cada quién es libre de elegir con quien deba o no tratarse, con quién haga falta o no relacionarse,  con quién convenga o no reunirse, eso es cierto pero lo que también es una triste gran verdad es que se observa demasiado escepticismo frente a la amistad, frente al nivel de confianza y trato con los demás.
Nada deja de bueno el que a nivel de vecindades por ejemplo ni siquiera sepamos notar el rostro de (x) o (y) persona puesto que a diario transita esquivando las miradas para no saludar a los miembros inmediatos de su comunidad. Tampoco tiene excusa quien  acaba de llegar y no saluda o ingresa a un recinto en busca de alguien para que se le atienda,  así sea deber del otro la atención para con el primero; a nadie le exime del saludo ninguna condición social, posición económica o nivel jerárquico dentro de una empresa o institución. Todo lo anterior contrasta con la amena actitud de quienes no sólo saludan amablemente sino que se gozan ante la presencia del amigo, del familiar, del compañero o simplemente de algún conocido para tener el gusto de saludarles con afecto y efusividad ofreciéndoles además sus mejores deseos de bienestar; esto es tan placentero que realmente vale la pena, además de contribuir de manera valiosa al fortalecimiento de la sociedad, cualquiera que sea el nivel afectivo o de confianza que se tenga con la persona. Para mí es de gran complacencia regularmente encontrarme hasta con personas que aunque no las conozca a fondo sí pueda acceder con ellas a un dialogo o  trato momentáneo, sea superficial o profundo y que refleje haber sembrado un ambiente de calidez y cordialidad mutua. Ah! Les envío un  afectuoso saludo y los mejores deseos de bienestar en unidad con Dios.  Orlando Giraldo Arango, OGA

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